C O M P A R T I R

     

03 noviembre 2015

Diego Agost {entrevistas}

Pues el entrevistado de esta semana es lo que se conoce como 'amigo de un amigo', además de que hemos trabajado en la misma empresa a destiempo. Ahora lo conozco un poquito más y, desde luego, ya entiendo por qué me recomendaron entrevistarle. Las cosas hay que decirlas, y la entrevista de Diego me parece muy buena. Me gusta tener tanto que leer sobre un fotógrafo, que tenga tantas cosas que compartir con nosotros, es de agradecer. A ver si vosotros opináis lo mismo, lectores :)



¿Quién eres?
Mi nombre es Diego Agost, nací en Castelló de la Plana hace 36 años y actualmente estoy viviendo en Sao Paulo (Brasil). Me considero un ‘hombre orquesta’ del sector audiovisual, toco muchos instrumentos, pero aún me falta mucho para ser un solista solvente. Hago fotografía, tanto social como para prensa, grabo en video y edito. Ahora estoy empezando con la encuadernación artesana, para otorgar un diferencial a mi trabajo. Ya no hago solo las fotografías, ofrezco al cliente un ‘producto acabado’. Fabrico, encuaderno y coso a mano mis propios álbumes.

Cuando empecé a trabajar con la imagen profesionalmente hace 12 años las cosas estaban un poco mejor, pero la evolución del sector ha hecho que la especialización no sea posible. Hoy en día un fotógrafo tiene que saber iluminar y retocar, pero también debe ser un buen comercial y tener nociones de gestión. Se acabaron los tiempos en que los fotógrafos, camarógrafos o editores formábamos parte de las plantillas de empresas, productoras o periódicos. Hasta hace relativamente poco contábamos con la tranquilidad de una nómina a final de mes y nuestras preocupaciones estaban más enfocadas en los aspectos intrínsecos de la profesión. Ahora hemos entrado en la era de los freelance, y estamos obligados tener una visión global del negocio.

¿Por qué empezaste a hacer fotografía?
No soy un fotógrafo de vocación, de niño no jugueteaba con las máquinas ni tengo una historia romántica con la fotografía. Comencé en esto por casualidad, casi de rebote,  pero ahora considero que tengo una de las profesiones más bonitas del mundo. 

La fotografía es un oficio, aunque haya mucha gente que la tenga como afición y la practique a nivel amateur, sigue habiendo profesionales que se ganan la vida exclusivamente con esto, y no como actividad complementaria. Esta puntualización parece una tontería o una obviedad, pero con la crisis que está sufriendo nuestro sector los últimos años, considero importante hacerla y reivindicar nuestro trabajo.
Hice mis primeras fotos ‘en serio’ cuando estudiaba el ciclo formativo de Imagen, en el año 2004. En aquella época estaba un poco perdido, no encontraba mi lugar. Soy casi ingeniero (me faltan seis asignaturas) y también he estudiado Psicología y Ciencias Políticas. Picoteaba de un sitio y de otro. Me marché a vivir a Londres y allí fui cocinero y ascensorista. En una visita a España mi hermana me cogió por banda y me dijo que creía que debía acabar algo, tener un título, de lo que fuera, y que si no lo hacía por mí, lo hiciera por mi madre. ¡Somos hijos de maestra y eso pesa mucho! No retomé nada de lo que ya había empezado y me matriculé en el grado superior de fotografía del instituto de Almassora (Castellón). He tenido mucha suerte y no he parado de trabajar siempre dentro del sector. Hice las prácticas en una agencia de publicidad y de ahí ya pasé a una televisión local como operador de cámara. La transición a la fotografía fue algo lógico en este contexto, aunque no he abandonado completamente la imagen en movimiento y continúo haciendo algún ‘trabajillo’ suelto cuando sale la ocasión.

¿Que es lo que más te gusta de la fotografía?
Trabajar como fotógrafo es un lujo, aunque también implica una gran responsabilidad. Fotografiar es atrapar momentos, y estos, por definición, son efímeros, ya estemos hablando de bodas, de acontecimientos históricos o de eventos deportivos. Tenemos la obligación de ser los notarios de todo lo que sucede en el mundo, de dejar constancia de que algo ocurrió, y salvo en contadas excepciones y en determinados tipos de fotografía (publicitaria, de producto), no existe una segunda oportunidad para conseguir la foto. Si te paras a pensarlo, es mucha presión, pero también es algo extraordinario ser testigos de excepción y tener acceso a todos esos mundos tan diferentes. Los fotógrafos, para lo bueno y para lo malo, no estamos sujetos a la rutina, cada día es diferente.

¡Cuéntanos alguna anécdota!
He tenido la suerte de viajar mucho debido a mi trabajo, y los viajes suelen estar llenos de buenas historias. Hace unos años fui a Bielorrusia para cubrir un partido de fútbol. Es un país comunista, el último que aún sigue vigente con ese régimen en Europa. 

Los preparativos ya fueron kafkianos, con mucha burocracia y problemas. Al llegar allí nos presentaron a unos colegas, ‘supuestos periodistas’, que iban a ser nuestros intérpretes. La sutileza no era una de sus virtudes y enseguida empezaron a hacernos preguntas y a controlar nuestro trabajo. Nos recogían por la mañana en el hotel y nos devolvían por la noche. No podíamos estar solos en ningún momento y hablaban con fervor excesivo de su patria, ‘la Rusia Blanca’. Parecía una película mala de espías, todo iba muy en serio, pero al mismo tiempo era muy cutre. La prensa desplazada era deportiva, no había ningún interés en entrometerse en la situación política del país, así que no tuvimos ningún problema. Fue curioso estar tres días acompañados por estos pseudoespías soviéticos, aunque también muy triste. La libertad, no sólo la de prensa, si no la individual, no está garantizada en muchos lugares, y eso es algo lamentable que hay que denunciar.

Algún truco que puedas revelarnos.
Me he dado cuenta que las primeras fotos que hago suelen ser peores que las que voy haciendo a medida que avanza el día. Es como si mi ‘ojo’ necesitara un calentamiento, un tiempo para adaptarse. El aprendizaje es un proceso natural que requiere de tiempo. Ser fotógrafo no es una opción para alguien impaciente. Mis fotos son ahora mejores con 36 años y la experiencia acumulada que las que hacía a los 25 años.  También pasa eso con las primeras fotos de cada proyecto. A medida que me familiarizo con el lugar y con las personas a las que tengo que fotografiar, me encuentro a gusto y las ‘buenas’ fotos aparecen con más frecuencia. El truco es documentarse mucho y fotografiar mucho, con lo que podríamos decir que no hay truco, si no trabajo.
  
Elige tus 3 mejores fotos y dinos por qué lo son.
>> Creo que este es uno de los mejores retratos que he hecho. Es una fotografía con una composición equilibrada y sobria en la que las miradas son las protagonistas. Cuando eso se consigue, la foto tiene mucha fuerza. Robar una mirada pura es como apropiarse del alma.

 >> Soy un apasionado de la fotografía del ‘momento decisivo’. Esta foto es una muestra de que hay que estar atento. En cualquier momento se pueden dar las condiciones para una buena imagen.

 >> Esta es una de las primeras fotos que le hice a mi mujer. Era al comienzo de nuestra relación y aún no nos conocimos lo suficiente para interpretar los silencios que a veces se producen en una pareja. Estábamos en un autobús que serpenteaba a toda velocidad por una carretera estrecha y resbaladiza de la sierra de Paraty, en el estado de Rio de Janeiro, un lugar salvaje y hermoso. Yo no conseguía parar de maravillarme con toda aquella espesura y giraba la cabeza hacia todos los lados, asombrado ante un paisaje nuevo para mi. En ese momento miré a Mari y pude observar que para ella aquel lugar significaba algo totalmente diferente. Era tranquilizador, habitual. Saqué la cámara y fotografié su mirada relajada.


¿Que tienes en mente para el futuro? 
Pienso que la popularización de la fotografía digital va a acabar con los fotógrafos profesionales. Una élite va a conseguir seguir viviendo de esto y además va a hacerlo ganando mucho dinero. Me refiero a la fotografía en  sectores como la publicidad o la moda, o a los fotógrafos de revistas especializadas de naturaleza o deporte, sectores que requieren de una alta cualificación y preparación, además de un equipo muy costoso. Los fotógrafos de barrio malviven hoy en día porque casi todo el mundo tiene un amigo o un primo que hace fotos, y son ellos los que ahora cubren los eventos sociales. En prensa se recurre cada vez más a imágenes de aficionados, hechas o grabadas con el teléfono móvil, justificando la pésima calidad con una supuesta, pero incierta, mayor autenticidad, cuando lo que hay detrás de todo eso es una falta de recursos económicos. Los teléfonos móviles y el uso de la fotografía en redes sociales también han provocado un cambio en el paradigma de la imagen. El status que antes tenía el fotógrafo se ha perdido, porque ahora, de alguna manera, todos lo somos. En estas circunstancias muy poca gente está dispuesta a gastar dinero contratando a un fotógrafo profesional. 

En mi caso me está llevando a investigar en otras direcciones, a formarme en otras áreas. Estoy ofreciendo un producto más humano y cercano con toda esa historia de la encuadernación, pero lo cierto es que no soy demasiado optimista. Son tiempos de crisis económica, y los álbumes digitales son una competencia demasiado poderosa que ofrece calidad (no siempre, pero hay casos en los que si) a un precio bajo. Mientras pueda voy a seguir en el sector, pero no veo descabellado tener que colgar las cámaras y buscar en otros lugares. Por lo menos ya estoy acostumbrado a la incerteza, lo que es una ventaja.

¿Donde podemos encontrar tu trabajo?
Tengo una página WEBy un blog , en el que también escribo. 
Además, tengo página en Facebook: diegoagostphotographer.


¡MUCHAS GRACIAS DIEGO!

No hay comentarios:

Publicar un comentario